domingo, 8 de mayo de 2016

C I E L O G R I S




¿Por qué me llamas amor

de esa forma tan callada?

¿Acaso no adviertes, rumor,

que yo conjugo palabras

aunque llenas de dolor?



¿Por qué en tu osadía pretendes

ignorar el cielo gris

que nubla y trae oscuros

recuerdos de almas dolientes

como hipócritas simientes

que pretenden no morir?



Has los pájaros notan

la oscuridad tan cegada

y en su triste batir de alas

abanican las historias

y las hunden en el lodo.



No adivino luces nuevas

pues hay sequía de azules

escondidos en tinieblas

como cometas de plomo.



¿Por qué me llamas amor

de esa forma, tan callada?

Este cielo mal anuncia;

llueve gotas de alborada

como lágrimas de adviento.



¿Por qué me llamas amor

de esa forma, tan callada?

Sé que anuncias martirio

transformando este mal tiempo

en tiempo sin apellido.



Y en esta maldita mañana

de ruiseñores sin voz

¿Por qué me llamas amor;

dime amor, por qué me llamas?

sábado, 26 de marzo de 2016

R U I N A S

© Antonio de Egipto y Marga Suárez   Más fotos en http://deruinasycristales.blogspot.com.es/



Nosotros también vivimos
en pueblos abandonados
a la suerte del racimo
que sigue obnubilado
en las manos que lo cortan.


Aquí no habita el tiempo
del despertar de conciencias
(que tanto pregonaron).


No se verá en las calles,
tan frías y tan blancas,
todo aquello que añoramos
a la sombra de esa puerta
que, aun abierta, no permite
que penetren las rarezas.

Aquí no hay vida, compañía
que te abrace muy por dentro,
que caliente las aceras;
que devuelva a otra parte.

No consentirán que exista
lo estremedecedor, vidente
y diferentemente humano,
pues se alejaron volando,
peregrinas, las aves
que arrastraban horizontes,
y ya está sola la urbe
(aunque tan llena de gente).

Y, por mucho que te empujen,

que te escupan, que te ladren,
atronadores silencios
demostrarán, sin reparo,
que aquí ya no vive nadie.

lunes, 1 de febrero de 2016

LOS AÑOS

Los años no perdonan la canción de los muertos.
Crean sinfonías sin sonido; cuasi infinitas y calladas
cuando los vivos celebran su salud y su remanso,
como relojes parados de cristales translúcidos.

¿Quién acepta a los que invocan
la finitud de su tiempo, etiquetados de oscuro,
con estoicismo su exilio?

Soportarán esa espera hasta que, un día

sin aviso
sin fanfarrias ni reclamos,
sea confirmado su sino
y, arrepentidos todos, de la arena mal usada,
vuelvan la cara y nos digan
< < Se han acabado las horas > >.

TU AUSENCIA en el nº 30 de Aldaba.

Enfrente de tu casa, ensimismado,
a veces, me preguntan los latidos,
cegados de su insano entendimiento,
lo vano del amor, cuando te has ido.

Ufanos, me demuestran de repente,
que pueden recordarte más deprisa,
sintiendo en la penumbra de tu puerta
tu ausencia de escalones recorridos.

La herida reparada de tu ausencia;
tu ausencia cuando sales tan segura
buscando caricias desconocidas.
Quién sabe en qué lugar ni en que tiempo.

Qué rápido han pasado veinte años.
Aún noto el vacío encaramado
en mármol frío y claro, que describe
silencios del rumor entre la nada.


 Puede leerse la revista completa pinchando en el siguiente enlace:  -->  Aldaba nº 30.

domingo, 31 de enero de 2016

Están lloviendo...

Están lloviendo amapolas de sangre
en arcones investidos de sueño y delirio.
Están buscando, dementes, el misterio de la vida,
de la lumbre y de la carne.

Mientras, otros las llaman paz y justicia,

yo escupo e insulto naturalezas,
maldigo a quienes impunes,
transforman con lanzas su esencia.

Por transmutar vanidades en hambre,
ruego a las ánimas del campo
los cubran con granos de fuego,
entierren el alma humana
que muta las aves en hierro,
que vuelan, no oteando insectos,
buscando borrar el recuerdo
de benditas historias que nacen.

miércoles, 20 de enero de 2016

Invierno, en La Ballesta de Papel nº 13 y Aldaba 29


    







INVIERNO


El invierno regresa
incluso en las gélidas palabras
de los que me visitan.
[Sumitaku Kenshin]

Invierno, el que calla tu ausencia.
         Devorado horizonte
                   tu utopía esquivada.

Tan voraz como el tiempo
                    que siega la vida;
              cultiva la nada.
                              Vas recogiendo nuevos brotes
                                       de solitarios olvidos;
                                                          de gélidas palabras.

Copos de nieve recuerdan caminos.
        El sol no amanece;
                el alba no ilumina
                            
                                       No despierta el hombre, quien malgasta sus horas
                                                           fustigando el encuentro
                                       con los que ya partieron.

Triste el que sólo aprende
             de la semilla
                       que en flor culmina.

   El destino sólo es uno.
                                              De ahí la diferencia,
                                                      conocida muy tarde por centinelas dormidos.
                                                        
Pues en la catarata infinita
        que, silenciosa, nos sostiene
                  … ya no hay lugar para los nombres.




JOSÉ MANUEL POZO HERENCIA.


(Puede leerse la revista completa en el siguiente enlace)    --> Aldaba 29